Al fin y al cabo, todos nos formamos en el interior de otro
ser humano.
Al fin y al cabo, todos hemos sido niños.
Al fin y al cabo, fuimos totalmente dependientes de alguien
que nos sacó adelante.
Al fin y al cabo, todos crecimos y dejamos miles de cosas
pendientes de hacer.
Al fin y al cabo, ninguno resistimos más de dos días sin
beber, o cinco sin comer.
Al fin y al cabo, cada cierto tiempo, expulsamos ese alimento.
Al fin y al cabo, necesitamos dormir, descansar, con cierta
regularidad.
Al fin y al cabo, alguna vez, nuestro corazón se acelera
involuntariamente.
Al fin y al cabo, quizá cuando menos lo esperábamos, siempre
recibimos un regalo envenenado, y reconocemos que existimos.
Al fin y al cabo, el tiempo pasa, va pasando, y si no pasa,
es peor.
Al fin y al cabo, nos tumbamos un día, y ya no nos volvemos
a levantar,
porque al fin y al cabo, todos, tarde o temprano, queramos o
no, dejamos de vivir.
2 comentarios:
¿Y esa necesidad de complicar las cosas, será también tan natural como el resto de la vida, al fin y al cabo?
Pues me temo que sí. Tan natural como la vida.
Puede que sea una manera de mantener la mente ocupada y alerta, al fin y al cabo.
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