viernes, 23 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD



Un día, alguien me hizo reparar sobre los versos de un villancico:

La Nochebuena se viene,
la Nochebuena se va.
Y nosotros nos iremos,
y no volveremos más”.

El que lo escribió sentenció una de las mayores verdades de la vida, y seguro que se quedó tan tranquilo.

Está camuflado entre una música bastante simple, unos versos poco trascendentes en su mayoría y un tururú de voces de fondo rayando lo esperpéntico.

Sin embargo, ahí está. Agazapado, para sacudirte en Navidad con la pura metafísica en la testa cuando menos te lo esperas.

viernes, 16 de diciembre de 2011

LE MALADE IMAGINAIRE




Estoy con gripazo.

La verdad es soy un pésimo enfermo. Mi santa esposa vaticina que vaya vejez le espera a mi lado. La peor noche, la del lunes al martes, me quejaba como si estuviese en los últimos estertores de mi vida. Casi me echa de la cama.

Aayyy……..aaaayyyy…….aaaaayyyyyy………aaaaayyyyy…..uuurrrgggg…….AAAAYYYYY….

Ya sé que queda ridículo, pero una diminuta mejoría experimento cuando suspiro.
Alcanzaba 37 y unas décimas (no llegaba a 37 y medio), pero tenía una tiritera considerable, y un frío siberiano. Moqueaba.
La gripe me está durando toda la semana. Hoy me he venido del trabajo porque ya no aguantaba más, con la voz profunda y el cuerpo magullado, como si me lo hubiesen apaleado.

Sí, lo reconozco, soy una ”mijita” hipocondríaco, y cualquier nimiedad la convierto en algo de vida o muerte. Además me molesta todo. Lo que más, la fiebre. Me entra un frío tremendo, no puedo pensar con claridad. Mi piel se vuelve extremadamente sensible, cualquier roce me incomoda. Yo diría que hasta me duele. Me queman los párpados. Además empiezo con los desvaríos. La habitación se alarga hasta el infinito. Hay una nueva perspectiva. Todo se aleja. Las voces también. Aparte, me da la impresión que burbujas obesas caen sobre mi, aplastándome contra la cama o el sofá. Es una sensación que siempre he tenido desde pequeño cuando tenía fiebre. Recuerdo la caja de supositorios Pilka para bajar la fiebre y dejar de tener alucinaciones. No sé si es normal. Nunca me he tomado un tripi, pero apuesto a que debe ser algo parecido.

En fin, que espero recuperarme. ……Aaaaayyyyyy…..

domingo, 11 de diciembre de 2011

EL MINUTO DE GLORIA DE MARIBEL



A pesar del título ya no recuerdo su nombre. Fue en Rota, en una de esas fiestas de verano del último curso de la antigua EGB. Todos queríamos bailar con ella. No era dulce ni hermosa, pero esa cálida noche no tuvo tiempo de sentarse. Reía ilusionada al ver que uno tras otro la sacábamos a la zona de baile que habíamos improvisado en la terraza de unos amigos. Ni siquiera yo, tan poco dado a la danza, pude evitar la tentación.

Aquella niña gordita no paraba de moverse. Yo veía en su rostro una expresión de satisfacción. Una felicidad ingenua, como casi todas.

La reina de la noche, de esa noche, se había colocado una faja para estilizar la figura de su cuerpo obeso. Y nosotros, infames adolescentes de malicia simplona, solo pensábamos en mofarnos de ella.

Todos tentamos bajo la fina tela de la camisa de cuadros un tejido apretado comprimiendo las carnes en sus caderas, mientras resistíamos la risa. Las miradas cómplices, los comentarios y las burlas, fueron el oculto argumento de esa noche.

Finalmente la fiesta concluyó y cada uno marchó hacia su casa. Mi mejor amigo y yo la vimos de lejos bajar la calle oliendo la madreselva y la dama de noche de las paredes. Nos miramos y reconocí en su rostro el mismo remordimiento que me calaba el pecho. Supe que a él le sucedía lo mismo. Pero no hicimos nada. Intenté sacudirme la culpa como un incómodo insecto. Pero desde entonces no me he librado de ella, aun la llevo conmigo y a veces me brota.

No sé que habrá sido de ella. A menudo rememoro este episodio. Cuán cruel puede llegar a ser la vida. Como una tragicomedia. Tampoco sé si donde esté ahora lo recordará tanto como yo, y si, alguna vez con el tiempo, cayó en la cuenta del secreto motivo de su triunfo. Quizá esa noche, cuando regresó a su casa y de una vez pudo suspirar hondo, pensaría ilusionada que su elección le había conducido al éxito. Su noche de gloria se debía efectivamente a aquella prenda que ahora descansaba sobre la silla de su habitación. Pero es que hasta la verdad es a veces la más embustera.






domingo, 4 de diciembre de 2011

IKEA Y JOYCE




Si a mí me lo hubiesen dicho, categóricamente negaría su éxito. Se trata de un centro comercial en el que:

·        No existen los clásicos pasillos para ir directamente a la mercancía que quieres comprar, y ponerte del tirón en las cajas registradoras. Si quieres algo, debes recorrer de principio a fin la tienda entera, una serie de ruta laberíntica, que frecuentemente tiene dos plantas. Bueno, existen unos atajos, pero corres el riesgo de entrar en un bucle eterno.

·        A pesar de que una parte de la mercancía que vende es pesada y volumétrica, te las apañas tú solo para cogerla, de la tienda, de la estantería o de un apartado para material más grande, y llevártela a tu casa.

·        Pero lo peor es que además, lo que compras, suele venir desarmado. Lo tienes que acoplar tú, con unas instrucciones jeroglíficas que únicamente entiendes cuando finalizas el montaje, y ya no tiene solución.

Es un fracaso anunciado. Aquí en España, por lo menos, no triunfaría.

Sin embargo, cada vez que he ido, me lo encuentro lleno. Yo no sé por qué.

Tengo que confesar que me gustan los simulacros de viviendas que hacen. Todo tan arregladito y con esos tonos de luz que hace que una casa de 35 metros cuadrados se convierta en toda una mansión (sic!). El resto, aburridísimo.

Así que cuando toca ir por necesidades hogareñas, como ayer, me armo de paciencia, e invento trucos para distraerme. Uno de ellos consiste en intentar leer los libros que ponen en las estanterías como figurantes. Lo malo es que generalmente no están en español (de ahí lo de “intentar”). Supongo que se trata del sueco. Creo que lo hacen para que no se los lleven.

Un día, haraganeando, sin ninguna pretensión en concreto, saqué uno de una estantería, y allí estaba. El Ulysses, de Joyce, en SUECO.

Ahora mismo dudo si ponerlo en sueco realmente complica en algo más la novela de marras. Puede que algún erudito personal en plantilla del IKEA haya pensado: “Toma, a ver si te atreves a robarlo, listo: El Ulises de Joyce en Sueco”.

El hecho es que me sorprendió encontrármelo por allí, y mientras terminaba el recorrido de toda la tienda me imaginaba que yo era Leopold Bloom, y que el IKEA era el 16 de Junio de 1904. Y que avanzaba por los pasillos como Bloom por Dublín.

Bien pensado, yo tampoco entiendo demasiado bien el pasar de Leopold Bloom por ese día.

Al final, pude ver en la chapita de identificación de la pensativa cajera que nos atendió que se llamaba Molly, y que yo tenía en mi casa un mueble para montar, y que no sabía cómo.



sábado, 26 de noviembre de 2011

DE RUINAS Y ARRUINADOS



Ayer se encendió el alumbrado de Navidad en Madrid. Queda un mes para el 25 de Diciembre, pero ya hemos dado el pistoletazo de salida. Cada año lo adelantan más. Cuando yo era niño, la Navidad y sus adornos empezaban con los cantos de los niños de San Ildefonso. Luego, ganando días, el comienzo lo daba el puente de Diciembre. Ahora hemos llegado hasta el último fin de semana de Noviembre. Como sigamos así va a ser una tontería que desmonten las bombillas, y se podrían quedar el año entero. Total, ahora son de LED y gastan menos.

Una vez, en Febrero, a la vuelta de un callejón en Cádiz, vi como unos operarios transformaban los restos de lo que parecía ser una especie de racimo de uvas del alumbrado de Navidad, en un antifaz para Carnavales. A esta ciudad nadie le gana en inventiva. Sobre todo en Carnavales.

Supongo que esto de adelantar la iluminación será para incitar el consumo en esta economía a la que aplicamos estas maniobras de RCP. Nada me gustaría más que se empiece a levantar cabeza, pero me temo que todavía nos queda bastante travesía por el desierto. Aun así, y a sabiendas de que puedo ser duramente criticado, opino que no apreciamos lo bueno que nos queda. No es que adolezca de un optimismo ingenuo e ignorante, es que me comparo con otras partes del mundo, y aunque sea un remedio de tontos, no deja de ser cierto.

Es verdad que ahora tenemos casos realmente espeluznantes y desesperados. Personas casi con lo puesto y con deudas para el resto de su vida, pero no es menos verdad que, por lo menos hasta el día de hoy, nadie, o prácticamente nadie, se muere de hambre. Aquí tenemos indigentes recién estrenados que en su vida hubiesen imaginado que tendrían que recalar en un comedor de Cáritas para tomar algo caliente. Sin embargo, en otros lugares, ni está asegurada la comida, ni hay posibilidad de dormir bajo techo, ni siquiera la vida es algo a tener en cuenta, pues pende de un hilo. Y esto sí que es dramático. Seguro que la mayoría de ellos estarían encantados de cambiarse en el lugar del más pobre de aquí. De tener en algunos casos hasta varios albergues  de beneficencia al que acudir.  Ocurre que cuando se ha estado en el vértice de la famosa pirámide de Maslow, bajar niveles resulta muy duro. La renuncia hiere más que el hambre.

A mi todo esto me trae a la memoria ese comentario de mis padres viendo la tele, cuando hace ya algunos años, corrió el rumor de que Kashogui (el conocido multimillonario de yates-palacio con grifería de oro) se había arruinado. Entonces, cada vez que la televisión contaba la noticia, mi padre decía con cara del que anhela lo que nunca tuvo: “La ruina de ese la quiero yo para mi”.

Al final, otra Navidad que, por un motivo o por otro, de las primeras cosas que hago es acordarme de mis padres.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

BATAS BLANCAS

Cuando veo este video, un entusiasmo y una tristeza me sobrecogen.

Sería largo de explicar, pero en ese local que sale, mi padre (que continuó con una tradición heredada de padres a hijos)  tuvo su propio negocio durante muchos años. Había cornucopias restaurándose, marcos por dorar, bruñidores, pan de oro de ley, lienzos antiguos y recientes, pequeñas esculturas policromadas, también batas blancas. Además de mi madre, mis hermanos y yo, que con mucha frecuencia, íbamos por allí.

Ahora, uno de los que se pueden ver en las imágenes, trabajador de esta empresa, es mi hermano pequeño, y prácticamente se siguen haciendo las mismas cosas en el mismo lugar. Y aunque sea casi por casualidad, no por ello me deja de provocar esa mezcla de satisfacción y melancolía.

viernes, 18 de noviembre de 2011

EL ETERNO RETORNO




Suponiendo que un día, o una noche, un demonio te siguiera a tu soledad última y te dijera: “Esta vida, tal como la has vivido y la estás viviendo, la tendrás que vivir otra vez infinitas veces; y no habrá en ella nada nuevo, sino que cada dolor y cada placer y cada pensamiento y suspiro y todo lo indeciblemente pequeño y grande de tu vida te llegará de nuevo, y todo en el mismo orden de sucesión, también esta araña y este claro de luna por entre los árboles, y este instante, y yo mismo. El reloj de arena de la existencia es dado vuelta una y otra vez, ¡y a la par suya tú, polvito del polvo!”


NIEZTSCHE, Friedrich, La gaya ciencia




 



Portadas del Jueves: nº 836  Año XVII   Del 2 al 8 de Junio de 1993 y nº 799 Año XVI  Del 16 al 22 de Septiembre de 1992, respectivamente.


lunes, 14 de noviembre de 2011

ENGANCHADO

Ya ha pasado de MIL visitas este blog.

No sé cómo se cotizará el asunto, pero me parece que son escasas. Más que nada porque analizando los datos, es decir, sabiendo que cada vez que yo entro (aun activando eso para que no le contabilicen a uno sus propias entradas y salidas del blog) me pone una; sabiendo también que lo normal es que al resto de la gente, cada vez que entra y trastea le cuenta más de una; sospechando que hay gente que entra buscando otra cosa y se topa con esto (anda que no han entrado gente buscando “boda de la duquesa y Alfonso” y “entrada gratis para el hormiguero”); y muchas cosas más, pues al final nos quedamos ese puñadito de personas, que son pocos pero “jartibles”, y que hacen puntuar a diario con una media de unas 6-7 visitas al día. Que serán bastantes menos restando los casos anteriormente descritos.

Como decía, considero que son escasas, y ya que resulta que la blogueína discurre irremediablemente por mis venas; y me pide más. Y añadiendo esa vanidad de la que también habla Ridao, y que la albergo en lo más sucio de mi corazón. Pues he empezado a contarlo entre mis prójimos, conocidos, familiares… al objeto de subir la dosis.

No sé si subirán las visitas o se estancarán. Pero lo que está claro es que me he convertido en un adicto de la “blogocosa”.  Así he leído que denomina a este mundo uno de los responsables de hallarme con esta intoxicación sin vuelta atrás.

viernes, 11 de noviembre de 2011

FIESTA SORPRESA


Han pasado ya doce días desde que me hiciste esa fiesta sorpresa, y poco a poco me voy enterando de los pormenores y detalles. Yo pensaba que nos íbamos a Jerez para un puente normalito, aunque sí que con una apetecible celebración familiar prevista por mi cumpleaños, pero nada más.

No sé aun de dónde sacaste, y lo peor, cómo localizaste a ciertas personas. Y encima desde Madrid. Porque a los de siempre no es difícil, pero fíjate que al final se pasaron por allí gente del Colegio, de la Escuela Politécnica, de mi primer trabajo en Jerez… hasta estuvieron los de la Agrupación Astronómica (es cierto eso que les dijiste que una de las cosas que más añoro es ir con ellos a ver el cielo; Madrid, por mucho planetario -y estupendo Curso de Astronomía que ya hice-, tampoco perdona en esto). Sé que fallaron bastantes, me gustaría que hubiesen venido, pero a los que tenían excusas buenas y razonables ¡qué le vamos a hacer!, y a los que no la tenían, pues a lo mejor es que tampoco deberían haber asistido...

Siempre te gusta que vayamos toda la familia junta, y eso de que dijeras de pronto que mis hermanos nos estaban esperando en el Damajuana para cenar, y que mientras yo terminaba de arreglarme, te ibas ya con los niños, me dejó un poco extrañado. Pero seguía si preverlo. Claro que después encaja todo.

Me encantó ese “pedasor” de  PowerPoint  con fotos y música incluida. El cartel de bienvenida. El lugar elegido. El rato que pasamos. Pero sobre todo, que lo organizases tú.

Gracias.

sábado, 5 de noviembre de 2011

EN CUARENTENA



Ya he regresado.

Vuelvo con 40 años. Como me ha dicho un amigo, has dejado de ser un treintañero (que suena así, tan juvenil, como quinceañero), para convertirte en un cuarentón. Con ese acento en la última sílaba. Aguda. Y la tilde delatando lo inevitable. Proclamándolo.

Pero a la vuelta, las cosas siguen igual que antes. Nada cambió en mi casa. Mis hijos me reconocen. Mi mujer no se olvidó de mí. Los alimentos de la nevera no se han estropeado. Los muebles no han cogido polvo. Las plantas no se secaron. Apenas surgen nuevas arrugas en mi rostro. Y sigo creyendo que hace solo unos años que terminé la Universidad. Tan reciente.

No me ha sorprendido. Ya me pasó con los 18 años. Pensaba que de la noche a la mañana, al convertirme en mayor de edad, mi vida daría un vuelco. Y al final continuó EXACTAMENTE IGUAL.  

Bueno, hay una cosa: con 18 veía los 40 años como muy remotos. Creía que faltaba mucho tiempo para que llegase. Sin embargo, ahora, con 40, los 18 no se encuentran tan distantes. No hace tanto. Y eso sí que me ha sorprendido.

jueves, 20 de octubre de 2011

PRINCIPIANTES

Salvando las distancias, y con el debido respeto...



Tanta mezcla, tanta ida y vuelta en esta versión, que es imposible desmenuzarla.

Y un ¡ay! que me llega tan hondo, que aun no lo he encontrado.

jueves, 13 de octubre de 2011

EL AMOR Y LA EDAD


Teniendo en cuenta que ambos no llegan a los cuatro años, no es demasiado el tiempo que hace que se conocen. No es demasiado tiempo para nosotros. Para ellos, la vida entera.
Él es H., y ella A., mi hija. Coincidieron en la guardería, y entre tantos, ya desde que se podían desplazar por ellos mismos, les gustaba sentarse uno a la vera del otro.
Creo que nunca voy a olvidar un Viernes –el único día que yo podía recogerla- en el que me entretuve observándolos sin ser visto. Jugaban juntos en el patio, ambos con unos cubos colocados como sombreros, y las palas removiendo la arena. Correteando, hablando, escarbando, gesticulando, saltando... eran felices. Yo también.
Este idilio no pasaba desapercibido. Todos lo sospechábamos. Lo confirmamos en una de las reuniones con los padres, cuando la directora entre bromas nos llamó a mí y a C., su padre, consuegros. Luego, como personas serias que somos, nos intercambiamos números de teléfono y correo electrónico, porque estas cosas, a cierta edad, deben estar tuteladas.
El periodo acabó, y este año están en Infantil, pero en diferentes colegios. Afortunadamente no vivimos demasiado lejos, y a veces coincidimos en el parque de abajo. Nosotros hablamos de nuestras cosas de adultos, y ellos, ellos… pues no sé de qué, pero se les ve dichosos.
La otra noche estaba con mi hija en el sofá, y sin venir al caso, tras un pequeño suspiro, se me quedó mirando, y me dijo:
-Papá, quiero que ver a H.
-Ahora no puede ser. Es bastante tarde. Pero el Viernes les decimos que vengan al parque, ¿vale?
-Vale.
Los llamé el fin de semana pasado para que nos viésemos y pasasen otro rato juntos. Estuvieron con uno de sus juegos favoritos: corretear con esas diminutas motos de juguete, hechas para su tamaño. Y así se lo pasaron en grande.
Supongo que a los tres años es posible el amor, porque supongo que el amor no tiene edad (ni fecha en el calendario, como dice la canción). Aunque cuando, intrigado por los sentimientos de mi hija, lanzo la pregunta a la gente de mi alrededor, todo el mundo me habla sobre una duquesa de plástico y un funcionario de piedra, y lo que hacen es dejarme un mal sabor de boca insoportable.

lunes, 10 de octubre de 2011

INMERSIÓN LINGÜISTICA (II)



Hay muchas cosas que me llamaron la atención las primeras veces que vine por Madrid. Una de ellas, cómo no, fue las diferentes maneras que había de denominar una misma cosa.

Así, por ejemplo, yo colgaba los cuadros en alcayatas, y aquí en Madrid, lo hacen en escarpias.

Nadie se asusta cuando pido una pistola en una panadería, porque me dan una barra de pan.

Para mi, y para mi gente, tener la casa llena de tiestos, es tenerla llena de trastos y cacharros, la mayoría inútiles. Sin embargo, en Madrid, los únicos tiestos que hay son en los que se siembran plantas, es decir, maceteros.

En la noche madrileña, debajo de la cama guardan el orinal, y mis abuelos, lo que tenían era una escupidera.

Los niños andaluces se divierten en los "cacharritos", y aquí, ese tipo de artilugios mecánicos son las "atracciones". Siguiendo con el mismo tema, los "coches tropezones" nuestros, son sus "autos de choque", que a mi me parece el nombre bastante sofisticado para lo que al final es. Entre eso y llamarles "vehículos de colisión", no hay gran cosa.

Siguiendo con los niños, mis hijos hacen los deberes, y yo lo que hacía era la tarea. Tenía unos cartapacios, que cuando usé ese nombre aquí, no sabían ni lo que era, hasta que ellos me dijeron que se trataba de una carpeta de anillas.

En mis años mozos, yo pensaba que me despedía de la que era mi novia (ahora mi Santa), en la casapuerta, cuando en verdad lo hacía en el portal.

También hay una semilla comestible que en cada lugar de Andalucía es diferente. Lo que aquí llaman guisantes, en otros sitios le dicen alverja, habitas, chícharos, pésoles, alcauciles……





No digo que en todo esto una cosa sea mejor que otra. O cuál de las dos, o las dos, serán lo correcto. Solo que me llamó la atención. Me pareció divertido. Incluso hoy a veces me sigue asombrando.

Pero eso sí, nada es eterno. En algunas cosas se ha cambiado. Aquí afortunadamente ya le dicen "pico" a los picos, y no eso tan cursi como eran los "colines".

Y una vez metidos en harina, cuando pido una tostada, bien sea porque me delata el habla (digo: tohtada), o porque se lo dicen ya a todo el mundo, por fin me consultan: "¿De molde o de pan?". Y es que antes, dijeras lo que dijeras, te ponían como una rebanada de pan Bimbo algo más gruesa, ya untada de mantequilla; y a eso, llamarlo tostada, comparándola con su pan, pan, empapado de su aceite de oliva virgen extra (y mejor con un poquito de jamón serrano), es un sacrilegio.


Sé que hay muchísimas cosas más, pero ahora mismo ya no se me ocurre ninguna. Ustedes sabrán perdonarme (esta fue la primera en realidad: mi segunda del plural nunca fue "vosotros"), de ustedes me despido.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

INMERSIÓN LINGÜISTICA



Los que vivimos en una comunidad diferente de la que nacimos, nos la tenemos que ver a veces con el habla que se utiliza en cada lugar. Ya sé que alguno dirá que entre Andalucía y Madrid apenas hay diferencia alguna. Pero es solo una apariencia.

Hay múltiples situaciones para comprobarlo. Una de ellas es con mis hijos. Son como esponjas. Y se adaptan en seguida. Al principio de las vacaciones, allá en mi tierra, mis hermanos y primos se mofaban de su acento tan "fisno". Con tantas essess, y tanto "ado".

Sin embargo, en apenas unos días, parecen de allí de toda la vida. Con su acento nativo, dialecto bien consolidado y expresiones andaluzas donde las haya. Tanto que a la vuelta, algunos familiares y vecinos de aquí nos dicen si es que hemos pasado el Verano con Jezulín, o qué:     " illooooo"

Cuestión de tiempo. En apenas una semana, los pobres ya están otra vez con el deje madrileño, castizos de arriba abajo. Gatos hasta la médula. Parece que hubieran nacido aquí. Bueno, en realidad es que han nacido aquí. Quiero decir, que no se han movido de Madrid.

Pero a veces este proceso automático falla, y se producen cortocircuitos en sus neuronas, lagunas en la mutación lingüística. Averías en la traslación. Esta mañana, en el desayuno, al dejarles los cereales, mis hijos me han soltado un: "Papá, traenos también el Cola-Cado", que me he tenido que sentar de la impresión.

jueves, 22 de septiembre de 2011

LA BÁSCULA



Ya se acaba el Verano.

Para mi Septiembre es el mes en el que empiezo y acabo los años.

Y en Octubre, como todos los años, me hago mayor.

Esta mañana me he pesado, y casi me caigo de espaldas.

Subo de peso estrepitosamente.

Tengo que idear algo con urgencia para no llegar a las tres cifras.

Jamás pensé que eso de ponerme a CIEN iba a resultar tan poco erótico.



jueves, 8 de septiembre de 2011

MATARILE, RILE, RILE


En estos primeros días de Septiembre sigo de vacaciones y estoy desmantelando la que fue casa de mis padres. Lo hago yo solo. Mi Santa se ha ido. Tenía que empezar el día uno, y yo me quedo con los críos apurando algunos días más. El otro día por la tarde he estado allí guardando ropa en cajas, y deshaciéndome de cosas ya inútiles que se fueron acumulando. Algunas no puedo evitar guardarlas, pero hablaré de esas sensaciones más adelante. Ahora me centro en mis hijos enredando por las habitaciones.

Ya están tan hartos de estar encerrados que decido ir a ver a unos amigos.
-¡Venga, que nos vamos a la calle! –les arengo aproximándome a la puerta de salida, para sacarles un rato- Esperad, que no he cogido las llaves del coche.
Pienso dónde las habré puesto. En la encimera de la cocina, no. Sobre la tele, tampoco. ¡Ah, ya! En la mesa del salón, negativo. ¿Se habrán caído?
-A ver, niño, mira debajo mientras levanto los sofás. ¿Pero, seguro que no ves nada?
Me empiezo a poner nervioso. ¿Qué es lo último que he hecho desde que tengo constancia de que las tenía? Con la tontería, las llaves del coche valen una pasta, y las tengo que encontrar como sea.

Me empiezo a desesperar. He deshecho las cajas de ropa que ya tenía llenas, por si se me han escurrido dentro, y nada. A escondidas, he abierto el contenedor de basura de la calle, y me he subido la bolsa que he tirado hace una hora y media, por si acaso. Espero que ningún vecino haya observado la maniobra. La he vuelto a dejar después de rebuscar, sin éxito.

Ha debido de ser cosa de los enanos. No me cabe la menor duda.
-Mírame hijo, ¿has cogido tú las llaves del coche?
-No, papá. Yo no he cogido nada. –me fío de la respuesta. A sus casi siete años ya conoce cuando le hablo muy en serio.

Entonces queda la niña. Es más pequeña, solo tres años, espero que me entienda.

-¿Hija, tú has visto las llaves del coche?
-Si, yo he guardado.
-¿Dónde, mi vida? – después de hacer, deshacer y rehacer cajas de ropa, del episodio de escarbar en la basura… me siento morir cuando llego a este punto.
-Yo la escondido, en sitio secreto, para darle sorpresita, a mamá –me responde este oráculo con su media lengua y su voz de pito.
-Ya, pero ¿¡dónde!? –me contengo. Si subo demasiado el tono de voz, lo mismo se me echa a llorar, y ya no le saco nada.
-Ahí. Las llaves den coche…  juguetes –dice señalándome la enorme caja de juguetes.

Quién dijo miedo, y vuelco toda la caja haciendo un tremendo estruendo contra el suelo. Barcos Piratas, helicópteros, vías de tren, un Belén con sus camellos, dos geiperman, un coche teledirigido, cinco clicks, infinidad de bolitas, piezas de construcción, un fultbolín pequeñito… interminable, interminable, interminable. Pero meto el último vagón del tren, y las llaves siguen sin aparecer.

Han pasado más de dos horas desde que comencé a buscarlas, y empiezo a plantearme otras alternativas: Tengo unas copias de las llaves, sí. Están en la otra casa, donde dormimos. ¿Y dónde están entonces las llaves de la otra casa? Me cago en sup… están dentro del coche.

Ahora si que estoy jodido. Ya no puedo ni entrar en casa. Me tumbo en el sofá y respiro hondo. Muy hondo. Voy a seguir con lo que estaba haciendo. No me voy a agobiar. Sí, voy a seguir como si nada.

Al cabo de un rato largo, y sin parar de darle vueltas a la cabeza, mientras meto unas sábanas en otra de las cajas oigo gritar a mi hijo.
-Papá, aquí. Que están aquí. Mira, mira las llaves del coche.
Corro por el pasillo hasta el salón y le inquiero.
-¿Dónde estaban?
-En el coche teledirigido, dentro del capó. Estaba jugando con él, y al caerse se ha abierto y han salido –me responde con los ojos muy abiertos.
-No me jod…

El cochecito tiene un pequeño capó que se levanta con una pestañita, donde caben las llaves a lo justo. Buscándolas, yo había cogido el coche y lo había dejado otra vez en la caja de juguetes, pero no se me ocurrió hurgar en todos sus compartimentos. Los dos miramos a la pequeña, y yo enfadado le pregunto.
-¿Y por qué no me has dicho que estaban ahí, eh?
-Yo he dicho. Yo he dicho. Llaves den coche juguete. En sitio secreto, para dar sorpresita, a mamá. En coche juguete. En sitio secreto. En coche de juguete –responde alegando en su defensa.
No se si matarla, o dejarla vivir. Si adorarla, o arrojarla a los leones. Al final me quedo con ella.

Claro hija, en el coche, dónde iban a estar las llaves del coche sino, pues en el coche, dentro, en sitio secreto, para dar sorpresita, a mamá… pero se la has dado a papá, mira por dónde. Tres horas y pico después.

domingo, 14 de agosto de 2011

DESPERTARES (y III)




FUE UN SUEÑO






Era sólo un sueño. Pero mi vida era otra. Vagaba por las calles. Sin rumbo fijo. Frecuentaba los albergues donde hay platos calientes. A veces rebuscaba en la basura. Para comer. También encontraba desperdicios que convertía en algo de dinero. Revistas antiguas que ojeaba. Y algún extraño artilugio con el que entretenerme y mostrarlo, como si fuese un trofeo

Dormía en la calle. En el suelo. Entre cartones. En invierno nos reuníamos varios para darnos calor. Y había noches que lloraba. No sabría decir por qué. Me sentía mejor. Incluso con menos frío. A veces también escuchaba el llanto de algunos de mis vecinos en la oscuridad. Tenue pero tajante. Como a lo lejos. Me contagiaban, y las lágrimas se me escapaban. Tampoco sé por qué. Pero entonces no me sentía mejor, no. Entonces me costaba respirar. No soportaba oir su llanto.

No tenía amigos. Todos eran circunstanciales. El mismo que daba la vida por ti en una esquina, unas calles más abajo intentaba destrozarte la cara con una botella de vidrio rota contra su orgullo. Ni si quiera había bandas.  Cada uno a lo suyo, salvo algún compañero fiel, que desaparecía sin avisar. Era peor sentirse solo que pobre. Mucho peor.

En verano me refrescaba en las fuentes y dormía al aire libre. La gente me miraba. Me daba igual. Algún imbécil me hacía una foto. En una bolsa cabían todas mis cosas. Pedía limosna en las aceras y en los semáforos. Apenas unos céntimos. Escupía si me miraban mal. Recuerdo la primera vez que supliqué por dinero.

Me acordaba de mis padres. No sé. Si me viesen. No sé. Era demasiado tarde. Demasiado tarde para todo.

Era otra vida. Pero fue un sueño. Me desperté. Me fui de vacaciones. Regresaré en Septiembre. Cuando olvide este sueño.




jueves, 11 de agosto de 2011

DESPERTARES (II)


SUEÑOS SON.

Dormir es uno de mis pasatiempos favoritos.  Es una forma alterada de la conciencia.

Una vez escuché que hay tres maneras naturales de despojarse de la carga de la conciencia. De abstraerse hasta el abandono. De superar las limitaciones, y quedarse, a mi entender, con la forma de ser más auténtica. De conseguir un estado en el que la felicidad se palpa porque uno es más libre que nunca. O más esclavo que nunca. En los extremos.

Estos estados se alcanzan con la muerte, el orgasmo y el sueño. En ellos, uno es, pero no es; está, pero no está. No existe la razón. No distinguimos. Es un dejarse llevar. Es confiarse a otra voluntad, como cuando éramos niños.

En concreto, mis preferencias se centran en los márgenes de un instante antes y un instante después de estos estados: aun no tengo esa experiencia con la muerte (espero ese día con una inexplicable mezcla de serenidad e inquietud), pero con las otras dos, exploro esos momentos con curiosidad.

Dormir no solo me procura el descanso, también me muestra vivencias y escenas extravagantes, fuera de cualquier armazón lógico. El tiempo se repliega. Es irregular. Fuera de ritmo. Puedo soñar toda una noche con el único acontecimiento de una copa que cae desde la mesa. Esto no es demasiado excepcional, pero hay otras situaciones en las que ya es más difícil encontrar sentido.

A veces, en el intervalo de una imperceptible cabezada antes de acostarme, o de esa pequeña modorra de por la mañana, puedo soñar una trama que si comienzo a recordarla, a extraer de mi mente el sueño, es una historia de horas, incluso días, quizá años. Y todo ello en unos segundos. No busco ninguna explicación, solo lo examino.

Por cierto, puede que esto sea una pista para aclarar por qué hay mañanas en las que me parece estar despertándome en aquella casa que tuve hace años. Puede que aun me encuentre en la última noche que dormí en aquella habitación. En esos segundos antes de despertarme, y en los cuales he soñado toda mi vida posterior. Así, concentrado en un relámpago esta mitad de mi vida.

Entonces despertaré de una vez por todas en aquel cuarto. Por ello a veces me parece estar aun allí. Y es que nunca llegué a levantarme. Sigo dormido. Y que lo que parecía realidad, será sueño. Y que lo que creía un sueño, será realidad. Y que toda esta vida para nada. Y que todo sueño es nada. Y que toda la vida es sueño, y los sueños…





martes, 9 de agosto de 2011

CRISIS? WHAT CRISIS?



Otras formas de pasar el Verano con:

-dos sillas de caña

-una piscina hinchable (con otra pequeñita encima para los nietos)

-dos neveras para lo fresquito

-una parabólica


Todo ello en medio de la calle…  


ESTO TAMBIÉN ES MADRID.



Para otro día "Breakfast in America".

viernes, 5 de agosto de 2011

DESPERTARES (I)

Estas noches en las que me acuesto y me levanto solo, me ha dado por repasar todos los lugares en los que he dormido.

El primer sitio fue el piso que tenían mis padres en Los Naranjos, pero nos fuimos pronto. Yo tendría unos meses y no recuerdo nada.

Nos mudamos a la casa de mis abuelos, en el barrio de Icovesa, no muy lejos de Los Naranjos. Allí estuvimos hasta que mis abuelos fallecieron, cuando yo tenía 16 años.

Entonces mis padres compraron un piso más céntrico. Aun conservamos esta casa, que es donde me quedo cuando en Navidades y Semana Santa voy a ver a mis hermanos y familiares, y a pasearme por "mi pueblo".

A los 18 me fui a estudiar a Cádiz, y anduve alternando esa temporada entre Jerez y Cádiz. En Cádiz viví en dos lugares diferentes: en la Avenida (casi a la entrada de Cádiz), y en el centro (una gaditano diría en “Cadi, Cadi”), en una calle cercana a la Plaza Candelaria.

Al acabar mis estudios, con 25 años, me fui a hacer la mili a Madrid. Dormía en el cuartel, pero una madrugada, en una especie de redada, tuvimos todos que formar en la plaza de armas semidesnudos y con un frío siberiano, porque a algún gilipollas se le ocurrió meter droga en la taquilla. Así que decidí que no tenía porque aguantar ese tipo de situaciones en las que yo no tenía ninguna responsabilidad, y me busqué unas clases particulares para financiarme el alquiler de un piso compartido en pleno centro de Madrid (calle Preciados).

Luego regresé a Jerez, a la casa en la que seguían mis padres, con 26 años, hasta que a los 29 volví otra vez a Madrid.

El primer mes me colgué de prestado en casa de una amigo, y buscando, encontré un diminuto estudio que alquilé para mi solo, también en el centro (Plaza de Puerta Cerrada); y finalmente, con casi 31 años, me hipotequé con la casa en la que ahora estoy.

Desde entonces vivo aquí con mi mujer, y los dos hijos que han ido llegando. Estoy a punto de cumplir 40.

A esto hay que añadir esos gloriosos meses de Verano en Rota por cada año, desde los 6 hasta los 30, lo que hace un cómputo global de unos 4 años de roteño convencido. Más estas últimas etapas de vacaciones en Chipiona, aunque no creo que esta suma llegue ni al año.

También tengo múltiples viajes durmiendo en sitios mejores y peores, cuando iba de grillo por la vida (antes de ser cigarra), y otros viajes ya de “legal” (o sea, pagando y sin improvisar).

Y todo esto viene porque a veces me ocurre algo bastante curioso: Algunas mañanas, si el sueño es tan profundo que me voy despertando por etapas, hay un instante intermedio en el que mi mente se encuentra en una especie de semi inconsciencia, y que está convencida que al despertar lo haré en mi casa de Icovesa. Luego abro los ojos y tras unas décimas de segundo de desorientación, la habitación en la que me iba a encontrar se esfuma, y caigo en la cuenta de donde me hallo.

Hace ya más de 20 años que no me paso por allí (sin contar la vez que regresé en secreto al antiguo barrio buscando no sé muy bien el qué, el atardecer en que mi madre murió). No recuerdo ni como eran la mayoría de sus detalles, aunque otros estén grabados a fuego. Es mi casa de siempre, aunque ya no sea mía (en realidad nunca fue mía). Allí pase mi infancia, mi adolescencia, parte de mi juventud. Mis abuelos, mis padres, mis hermanos. Es la patria de mis recuerdos.

Pero aun así, sigo sin explicarme este “fenómeno”. Puede que mientras mi cuerpo descansa en cualquier otro lecho, mi alma siga durmiendo en aquella habitación, y cada noche realice un viaje de ida y vuelta buscando aquella felicidad ignorada. Entonces parece que cobra sentido la extraña sensación que algunas mañanas me aturde y me entusiasma.

lunes, 1 de agosto de 2011

ECONOMIA DE SUBSISTENCIA



Nos fuimos el Sábado a media mañana. Los dejé en el Paraíso y me volví el Domingo. Hoy Lunes sigo con mi rutina, pero nadie me espera en casa.

Aquí, a estas horas, una fugaz tormenta de Verano refresca el ambiente y ya noto sus ausencias. Un viento encorajinado agita las persianas.

Los víveres se irán acabando. Las cigarras somos malas previsoras.


lunes, 25 de julio de 2011

YO HE CAIDO


De verdad, de verdad, de verdad que aunque sea un poco “malpensao”, no es una cosa únicamente mía.
Porque no me digáis que a ninguno de vosotros, ante la reflexión y espíritu crítico que hay que aplicar al mundo de la publicidad, no se os pasa por la mente preguntaros que si el té verde lo está sintiendo en las axilas, ¿en dónde está descubriendo el pepino?

Como diría mi padre:

¡Qué cara! ¡Qué gesto!
¡Qué carajo es esto!


Y yo que todos los días lo veo camino del trabajo, y me corroe la duda…

jueves, 21 de julio de 2011

MASTERCARD



-No, se nos agotó hace unos días.

-Que va. Ya no me quedan.

-Lo tengo pedido hace una semana, pero aun no me ha llegado.

-Acabo de vender el último que tenía.

-Lo siento, ya no lo vendemos.

-Hace ya bastante que no me lo surten, creo que ya lo han dejado de hacer.

-No. No tengo.


Veía como la cara de mi hijo se iba entristeciendo cada vez más, aunque con orgullo de padre, debo decir que no derramó ni una sola lágrima. El álbum que le habíamos prometido al acabar el curso ya no se vendía en ninguna parte.

Yo había perdido toda esperanza. Por un momento pensé que quizá me había pasado al tensar la cuerda. La inmensa mayoría de los niños lo tenían, y yo me había empeñado que solo al final tendría su recompensa. Si lo hubiese comprado unas semanas antes, y lo hubiese guardado...

Dimos miles de vueltas en coche buscando la más recóndita papelería en el último de todos los barrios madrileños que conocíamos. Regresábamos a casa ambos abatidos. Él, contrariado por su suerte, y yo, con algún remordimiento de conciencia. Pasamos por delante del quiosco de siempre, el de al lado de casa, y me dijo:
-¿Miramos aquí, papá?
- Bueno, anda, bájate tú y pregunta. –respondí intentando no desanimarle más.
-¡Ven, ven! ¡Que dice que sí! ¡Que lo tiene! ¡Que sí! ¡Que sí, papá! ¡Míralo!!–me gritaba entusiasmado mientras me hacía gestos con la mano para que fuese al mostrador.

Le pagué al quiosquero, y le di el anhelado álbum. Entonces me dio un abrazo en el que reconocí la ilusión cumplida. ¡Cómo si fuese tan fácil! Cuando somos niños, es más fácil que nuestras ilusiones se hagan realidad. Sin embargo, de adultos, esta capacidad mengua. Nuestras ilusiones se vuelven más sofisticadas y complejas. Incluso algunos evitan ilusionarse, quizá para no desilusionarse luego. De cualquier forma, cuando finalmente se cumple alguna ilusión, el gesto es incuestionable y contagioso, sin importar la edad.

Hace casi un mes de lo que os cuento, y seguro que él ya no se acuerda del abrazo, porque le salió improvisado, porque lo hizo sin pensar, porque no se lo pedí, porque tardó un rato en reaccionar, porque era en ese instante el más feliz de todos los niños del mundo, porque con 6 años la memoria es aun más caprichosa…

Pero sin embargo, yo posiblemente recordaré este abrazo lo que me quede de vida.




Dar vueltas con el coche en busca de papelerías y quioscos:             7 €
Álbum de inviZimails:                                                                      2,5 €
Un abrazo de mi hijo completamente ilusionado:                 NO TIENE PRECIO

lunes, 18 de julio de 2011

CUESTIÓN DE GUSTOS

Unos parientes me han traido una longaniza de una villa aragonesa que está para chuparse los dedos.

Otro motivo más para saborear el pueblo.

viernes, 15 de julio de 2011

LOS TRES ESTADOS DE LA MATERIA


Me ofreciste un beso helado que rechacé.

Comenzaste un suave llanto que no entendí.

Pues yo también,

suspiré con tu desprecio, y alguna vez

por tus besos y caricias me derretí.