jueves, 21 de febrero de 2013

LA PROPORCIÓN

 
Lo vi en una exposición que me habían recomendado. Yo era un chaval de unos veinte años y él tenía noventa y uno. No los aparentaba desde luego, aunque andaba apoyándose en un bastón. Se llamaba Albino García García.
 
Me llamó la atención el interés con que miraba algunas fotos y me hice el encontradizo. No fue difícil entablar conversación. Me comentó que entró en la exposición por casualidad, pues a él lo que le gustaba era caminar por la alameda al caer la tarde y asomarse de vez en cuando a la balaustrada para ver el mar.
 
Continuamos el paseo por el borde e intimando me comentó que había tenido un hijo que se murió siendo un niño, pero gracias a Dios tenía otras tres hijas más. Ahora estaba pasando una temporada en casa de una de ellas.
 
Iba en varias ocasiones a esa alameda y me lo encontraba frecuentemente por allí. Nos conocíamos. De pronto dejó de acudir y supuse que se habría acabado el turno con esta hija. Ya no le volví a ver más. Una vez, no recuerdo bien si la última que nos vimos, mantuvimos una conversación que aun recuerdo.
 
-Pues ya, después de más de noventa años, he podido conocer los ingredientes de la vida –me dijo casi sin venir al caso.
 
-Bueno, pues yo confío que no tenga que esperar tanto. ¿Y qué vas a hacer ahora con ellos? –le pregunté sonriéndome.
 
-Nada. Da igual, porque ya no me va a dar tiempo – me respondió con el mismo tono de broma.
 
-Pero si ya los tienes ¿de qué no te va a dar tiempo? –repliqué.
 
-De saber la proporción –sentenció-. Para dominarla bien, también hay que conocer las cantidades. De eso ya no me va a dar tiempo – y ya no supe cómo ni qué responderle.