Qué cambios de temperatura. Mi casa con el doble de
ropa. La de verano que no acaba de abrirse. La de invierno que no acaba de
guardarse. Prefiero el calor. Realmente prefiero la temperatura de entretiempo.
Pero si hay que elegir, me quedo con el calor. Quizá es que tenga el cuerpo acostumbrado.
Las primeras veces que vine a Madrid era siempre invierno.
Echaba de menos el calor. Era desconcertante salir a la calle. Estaba habituado
a la falta de calefacción y a la poca variación de temperatura entre las casas
y la calle. Aquí sin embargo, durante una época del año, en las casas hay veinticuatro
grados y afuera llega a menos dos.
Un día vagando por Madrid no lo soporté más. Necesito
un rincón de calor, le dije. Y me llevó a la Estación de Atocha. Fue estupendo.
Descubrí un paraíso. Un verdadero oasis en medio del desierto de asfalto. No
había andenes. Solo viajeros entre un jardín tropical. Palmeras habitando donde
los trenes habían partido. Ranas husmeando la oculta senda de un ferrocarril.
Tortugas sin prisa por pillar el último vagón. Un paseo de luz. Un regalo
verde.
Ahora sigo echando de menos el calor en la
temporada de invierno. Busco atajos. Me arrimo a cualquier residuo. Como ese
diferencial de temperatura que tienen los cubiertos que saco del lavavajillas que
acaba de terminar. La fiebre dulce de los folios recién salidos de la
fotocopiadora. La respiración inconsciente y templada del portátil. O el tibio rastro
de su piel que exploro bajo el edredón cuando se va.
8 comentarios:
De todos esos calores, sin duda, el más bonito es el último.
Yo soy más del norte. Vine del frío.
Un saludo
Y qué les ocurre a los que vienen del frío?
Tengo una amiga que vino del frío (Rusia), y, el primer año que estaba aquí, en marzo ya se ponía pantalones cortos, sandalias, camisetas sin mangas... hasta que aprendió.
Un abrazo
Eso es casi venir de otro planeta...
¿Qué tal ese viaje de tu hijo por Perú?
Por Perú muy bien, les gustó mucho, como era de esperar, y nos alegramos, los demás, por ellos. Ambos son estudiantes de doctorado de investigación, trabajan también, y tienen un futuro bastante oscuro. En fin, vivamos el presente.
Un abrazo
Me alegro por lo de Perú; y del futuro, Dios dirá.
Paco, en invierno te puedes ir a los invernaderos para plantas tropicales del Jardín Botánico. Aparte de disfrutar del calor, las plantas son preciosas e interesantísimas.
Donde yo vivo, mucha gente va en chanclas hasta en lo más crudo del crudo invierno. Son de otra pasta, no me cabe duda.
Hola Ángela. Qué bien que estés por aquí.
Te haré caso la próxima vez y pasaré por el Jardín Botánico.
En chanclas en Invierno... no puedo ni imaginarlo...
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