jueves, 11 de agosto de 2011

DESPERTARES (II)


SUEÑOS SON.

Dormir es uno de mis pasatiempos favoritos.  Es una forma alterada de la conciencia.

Una vez escuché que hay tres maneras naturales de despojarse de la carga de la conciencia. De abstraerse hasta el abandono. De superar las limitaciones, y quedarse, a mi entender, con la forma de ser más auténtica. De conseguir un estado en el que la felicidad se palpa porque uno es más libre que nunca. O más esclavo que nunca. En los extremos.

Estos estados se alcanzan con la muerte, el orgasmo y el sueño. En ellos, uno es, pero no es; está, pero no está. No existe la razón. No distinguimos. Es un dejarse llevar. Es confiarse a otra voluntad, como cuando éramos niños.

En concreto, mis preferencias se centran en los márgenes de un instante antes y un instante después de estos estados: aun no tengo esa experiencia con la muerte (espero ese día con una inexplicable mezcla de serenidad e inquietud), pero con las otras dos, exploro esos momentos con curiosidad.

Dormir no solo me procura el descanso, también me muestra vivencias y escenas extravagantes, fuera de cualquier armazón lógico. El tiempo se repliega. Es irregular. Fuera de ritmo. Puedo soñar toda una noche con el único acontecimiento de una copa que cae desde la mesa. Esto no es demasiado excepcional, pero hay otras situaciones en las que ya es más difícil encontrar sentido.

A veces, en el intervalo de una imperceptible cabezada antes de acostarme, o de esa pequeña modorra de por la mañana, puedo soñar una trama que si comienzo a recordarla, a extraer de mi mente el sueño, es una historia de horas, incluso días, quizá años. Y todo ello en unos segundos. No busco ninguna explicación, solo lo examino.

Por cierto, puede que esto sea una pista para aclarar por qué hay mañanas en las que me parece estar despertándome en aquella casa que tuve hace años. Puede que aun me encuentre en la última noche que dormí en aquella habitación. En esos segundos antes de despertarme, y en los cuales he soñado toda mi vida posterior. Así, concentrado en un relámpago esta mitad de mi vida.

Entonces despertaré de una vez por todas en aquel cuarto. Por ello a veces me parece estar aun allí. Y es que nunca llegué a levantarme. Sigo dormido. Y que lo que parecía realidad, será sueño. Y que lo que creía un sueño, será realidad. Y que toda esta vida para nada. Y que todo sueño es nada. Y que toda la vida es sueño, y los sueños…





2 comentarios:

Anónimo dijo...

...sueños son. Y sino que se lo pregunten al de la foto.

Paco dijo...

Anónimo, cuando éramos pequeños, había un dicho que a nosotros nos divertía mucho, que contaba: "La vida es una Barca, dijo Calderóin de la Mierda".
Algo escatológico, pero que lleva su "parte" de razón.