miércoles, 13 de marzo de 2013

JAPI BERDEI TU YU



Tengo la sensación de que acabo de tomarme la última de las uvas de fin de año y me sorprendo enfilando ya Marzo. La semanas pasan de vértigo: empiezo los lunes con ganas y haciendo el propósito de llevar a cabo muchas cosas, y cuando vuelvo a pensar otra vez, me doy cuenta de que estamos a jueves, que he hecho muy poco o casi nada de lo que me propuse, que al día siguiente ya es viernes, y que el fin de semana prácticamente ha llegado. A la velocidad que pasa el fin de semana lo dejamos para otro momento, pues es un misterio que desafía esa teoría que dice que la velocidad máxima es la de la luz.

 

Tengo la sensación de que en vez de vivir la vida, es la vida la que me vive a mí. De que estoy en la pendiente más inclinada de una montaña rusa. De que paso volando por muchas cosas en las que me gustaría detenerme más. Pero a veces reconozco que me gusta ir así, pues esto me sucede porque quiero hacer más de lo que cabe en un día, en un mes, en un año (de que tengo muchas ganas de vivir)... y por mucho que planifiques y gestiones, los días son de 24 horas. Además, para empeorarlo aún más, dormir me encanta, tengo esa predilección por lo horizontal, esa vocación de muerto que me hace dar una cabezadita en cualquier esquina.

 

Tengo la sensación de que esto no es que ya se acabe o esté tocando a su fin, pero que mirando en un sentido y en otro me encuentro, al menos eso espero, más o menos en la mitad. Y que encima conforme avanzamos, se acelera cada vez más, de forma que acabaré al final de mis días saliendo despedido hacia no sé qué cielo o infierno (lo último aquello que merezco y lo primero aquello que deseo). Pero no siempre ha sido de esta manera. Cuando era joven, el tiempo sí que se podía medir con calendarios. Sí que podías percibir su duración e ir encajando hitos. Ahora no hay más remedio que seleccionar.

 

 


 

 

Con dieciocho recién cumplidos parece que queda mucho por delante. Pero es una falacia. Antes de lo que crees estarás recordando la vez en que nos reunimos todos en tu casa para celebrarlo. Antes de lo que crees. Te lo aseguro.

 

Tu madre decía el otro día que de los dieciocho a los treinta es la mejor época de la vida. No estoy del todo de acuerdo, pero hay que reconocer que tiene un encanto difícilmente igualable:

 

a)     Ya eres mayor de edad, por lo que legalmente puedes hacer lo que te dé la gana. Aunque luego te darás cuenta que conforme cumples años, puedes hacer menos cosas, tienes menos margen de maniobra; pero ahora te parece que gozas de bastante libertad.

 

b)     En esta etapa diseñas tu vida. Lo que decidas marcará el resto de tu existencia: estudios, novio, trabajo, hipoteca... Ya sea a través del éxito o del fracaso en cualquiera de ellas. Y es realmente estimulante darse cuenta del camino que tú misma te vas marcando.

 

c)      Responsabilidad: CERO. Podrás replicarme diciendo que cómo que no tienes responsabilidades, si tienes que acabar unos estudios, que labrarte un futuro, pero al final lo peor que te puede pasar es eso: que suspendas algún examen. Evidentemente los comportamientos no adecuados se pagan, a corto, a medio o a largo plazo, pero cuando hablo de responsabilidad me estoy refiriendo a que dependa de ti una familia. A que un error en tu trabajo pueda hacer perder mucho dinero o incluso una vida a alguien; o que pierdas el trabajo, tal como está el panorama hoy en día. Y además, lo más probable es que cuando ejerzas esta responsabilidad tus papás ya no se encuentren en condiciones para hacer de red salvavidas.

 

d)     Dinero: Ahora te parece que como no ganas dinero por ti misma, esta parte no es tan agradable, pero te digo que por ejemplo yo, que ahora gano mi propio dinero, dispongo de prácticamente el mismo dinero para mí que cuando tenía que mendigarle a mi padre algo para mis gastos.

 

Podría seguir, pero dejemos estas cuatro notas para hacerte ver lo bueno que tiene esta parte de la juventud que empiezas. Las resumiría diciendo que puedes hacer muchas locuras, que estás en el tiempo de hacerlas (si no las haces ahora, ¿cuándo?) y que salvo exageradas excepciones tienen una nula o escasa consecuencia.

 

Aun así ya dije que no estaba del todo de acuerdo con la afirmación de tu madre, y es que, por lo menos para mí, reconozco que es una etapa hermosa el ir haciendo el boceto de tu vida, pero no lo es menos el desarrollar ese proyecto. El llevarlo a cabo, a la práctica, el definirlo, el “tocarlo“. Yo me encuentro ahora en esa etapa y es igual de gratificante.

 

De todas formas hay muchas opiniones. Mi madre, por ejemplo, decía siempre que su mejor época fue cuando sus hijos eran pequeños, el vernos crecer, criarnos y disfrutarnos...

 

Bueno, que no me enrollo más, que FELIZ CUMPLEAÑOS. Enhorabuena, ya puedes votar.

 

 
 


 

 

Todo esto es porque me pediste una entrada en el blog por tu mayoría de edad, que no fuese corta y que no tardase en escribirla mucho tiempo.

 

Aquí está. Perdona si está poco elaborada, pero con este tiempo que me das y la extensión que quieres, lo primero que se me ha venido a la mente este fin de semana....

 

9 comentarios:

Ángela dijo...

Bueno, lo primero, felicidades a la cumpleañera.

Y lo segundo, Paco, no tengo más remedio que desautorizarte, je, je.

Dices: "En esta etapa diseñas tu vida. Lo que decidas marcará el resto de tu existencia: estudios, novio, trabajo, hipoteca... Ya sea a través del éxito o del fracaso en cualquiera de ellas."

No es eso lo que la vida me ha enseñado a mí, que ya calzo casi 56. Pienso, por el contrario, que es un error mayúsculo creer lo que tú dices. En realidad, y lo que mi experiencia me dice, no hay tales marcas. ¿Cómo puede ser que una decisión tomada a los 18 años marque el resto de la existencia de una persona?
Te digo yo que no, Paco, que no.
Un abrazo.

Paco dijo...

Donde hay patrón no manda marinero. Si Ángela dice que eso no es así. Es que es cierto.

De todas maneras, por defenderme un poco, solo un poco, me tienes que reconocer que, por ejemplo, la elección de estudiar o no. De que en el caso de que estudies, elijas una u otra carrera, algo sí que marca para el resto de tu días. O al menos, si que condiciona ciertas cosas.

Yo, por ejemplo, podría colaborar en la construcción de un puente, porque opté por una Ingeniería Técnica, pero lo que nunca podré hacer , por lo menos hoy en día, es operaciones en un quirófano, porque no estudié medicina ni cirujía.... y esa elección la tomé con 17 años...

Un abrazo Ángela.

Tu amigo Carlos Galán dijo...

En este caso querido hormiguero estoy de acuerdo también con Ángela. Seguramente cada uno tenga razones distintas, pero eso es otra historia... Hace pocas semanas en una inesperada juerga (que son las mejores) me dijo un amigo reciente y gran chico:" Carlos, hay una cosa relacionada con el conocimiento y el estudio que no me mola. Es pensar que por mucho que uno quiera nunca podrás leer, estudiar y conocer todo lo que hay" No le rebatí porque estaba más pendiente de los cubos llenos de hielo y botellines de cerveza. Para mí llegar al punto de saberlo o conocerlo todo, además de que pienso que no es posible para nuestra mente, creo que ni siquiera nos gustaría. Si alguien lo sabe todo, si nada nuevo puede encontrar creo que se deprimiría, por decirlo suavemente. Estudiar una carrera marca tu vida, en algunos casos, pero en otros casos de ningún modo. Hablo por mí para empezar. Cuando estudiaba farmacia y suspendía matemáticas no se me podía pasar por la cabeza que me ganaría la vida como profesor de matemáticas, cosa que no hago del todo mal ¡¡¡y encima me gusta!!! Es posible que nunca realice una operación a corazón abierto con éxito, o diseñe una nave espacial que pueda volar, pero podré ayudar a niños enfermos a ser más felices o enseñar a personas analfabetas a leer...acciones que no son menos importantes. Siempre hay cosas por hacer y muy muy distintas a las que has hecho hasta hoy. Es bueno empezar la semana con nuevos proyectos, pero nunca podremos hacerlos todos como mi amigo se planteaba. No es lo importante. Para mí lo que cuenta es saber que puedes cambiar cuando menos te lo esperas, que ni siquiera lo planeas y no olvidarse de vivir (que no es tampoco coleccionar cursillos y buenas acciones) Hay un viejo proverbio chino que dice "Lo peol es no hacel nada pol pensal que puedes hacel poco, anda y vete a cagal"

Paco dijo...

Carlos, tuporaki, me hace ilusión.

Sobre lo que dices, a mi me parece que tienes mucha razón. Me recuerda cuando el oráculo de Delfos dijo que el hombre más inteligente era Sócrates, y el contestó lo de "Solo sé que no se nada".

También tienes mucha razón cuando dices, por que son muchos años de amistad, que te concentrabas más en el hielo y los botellines...

La verdad es que esto da para hablar un rato grande. Nos emplazamos profe de matemáticas. Me tienes que explicar Combinatoria y Permutaciones, nunca he llegado a entenderlo bien.

Un abrazo amigo.

¡Qué chino más sabio!

andandos dijo...

Ya sé que es una casualidad, pero mi hijo, de 24, con la chica que sale, también 24, están en Perú. Tres semanas, lo más barato que pueden. Yo estoy, todavía, y llevan una semana, contento y preocupado a la vez. Muchas veces vivimos, nosotros, los padres y para bien, a través de ellos. Yo no iré nunca a Perú, probablemente. Ni hablaré inglés con fluidez, tampoco.

Un abrazo

Paco dijo...

Sí que es una casualidad, pero una casualidad de las buenas.

Si no hacemos este tipo de viajes con esa edad ¿para cuándo lo dejamos?

Por cierto, yo solo hablo con fluidez el "andalú".

Un abrazo, José Luis.

Tu amigo Carlos Galán dijo...

¿¿¿Tiene que ser la combinatoria??? Jajaja, pues debe de haber alguna razón pero tampoco es mi fuerte. Probablemente nuestros profesores no dominaban el tema y tenemos lagunas de por vida. Una vez le cogí el tranquillo y verdaderamente flipaba con las cosas que se podían hacer. Un abrazo.

Ángela dijo...

Vuelvo por aquí a ver qué se ha cocido en los comentarios y me encuentro esto: "Si no hacemos este tipo de viajes con esa edad ¿para cuándo lo dejamos?"

Y respondo: para cuando tengamos oportunidad, que quizá no se presente nunca o se presente cuando tengamos 80 años.

Propongo: dejemos que los límites se establezcan por sí solos, que sean nuestras piernas las que no nos permitan andar cuando ya no puedan moverse, pero no levantemos las barreras en nuestra mente.

Hoy cumple noventa años mi vecino Don, lo celebramos el sábado.

Paco dijo...

Se acepta la propuesta.

Felicita a tu vecino Don de mi parte.

Gracias Ángela.