Hace sobre
un año y medio uno de mis hermanos pequeños me llamó a mediodía. Noté su voz
algo alterada:
-¡Paco!
¡Paco!
-¡Qué! ¿Qué
pasa? –le dije intrigado.
-Que hemos
encontrado un muerto.
-¿Cómo? ¿Qué
dices?
-Bueno, son
unos restos. Pero están bien conservados. Está bastante completo y seguro que
aparecen más.
-¿Pero qué
me estás contando? ¿Un muerto dónde? ¿Y cómo que van a aparecer más?
-Aquí, en la
excavación.
-¿Pero de
qué me hablas, tío?- le dije ya sin saber por dónde iba a terminar esta conversación.
-Joder, Paco,
espabila. Donde trabajo. Que al haber encontrado un cuerpo, seguro que nos
siguen dando subvención para seguir el proyecto.
-Ah, sí. Claro.
Es verdad – suspiré más calmado mientras se aminoraban los latidos de mi
corazón, pues casi se encuentra con otro muerto más al otro lado del teléfono.
Luego
aparecieron varios cadáveres más y el trabajo se alargó un poco. Estaban
buscando una necrópolis que finalmente descubrieron. Pero no duró demasiado. La
crisis dejó a los muertos en paz. Más vale ocuparse de los vivos. Aunque no
sepamos ahora qué hacer con los vivos que se ocupaban de estos muertos.
Mi hermano hizo
Geografía e Historia, y ha estado de arqueólogo en varios sitios. Pero son
malos tiempos para hacer de Indiana Jones. Ahora se busca la vida como puede.
Tiene un sentido del humor muy particular (un poco negro, solo hay que ver con
que naturalidad se acuesta al lado del tipo de los huesos). Me hace feliz que
esté esperando su tercer hijo. Cuando me enseñó esta foto, a pesar de todo, me
encantó. Se la pedí hará algo más de un año y hasta hace un mes no me la mandó.
Le agradezco la celeridad. Un arqueólogo no es alguien que debe tomarse las
cosas a la ligera, salvo que le persiga una bola gigante en un túnel sin
salida.
Y por llevarte
la contraria, algo adelantado, te deseo Feliz Cumpleaños.